Búsqueda de eficiencia ¿O seguimos cómo estamos?

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Es fácil creer que hacemos todo lo que podemos, pero ¿es realmente así en cuestiones empresariales? Queda abierto el debate.

La pequeña y mediana empresa no se diferencia por la eficiencia, ya de arranque sabemos que la escala nos juega en contra. Pero no debemos desanimarnos. Aprovechemos la agilidad de una estructura pequeña para adaptarnos más rápido, saquémosle más provecho al viejo refrán de “el ojo del amo engorda el ganado”.

Empecemos a abrir el juego. Herramientas de presupuestación nos ayudan a plantear posibles escenarios productivos. Plan de siembra, presupuesto forrajero, etcétera, etcétera. Luego a medida que vamos dejando definidos estos planteos técnicos podemos ir valorizando cada cultivo, y cada alternativa. De ahí surge un presupuesto financiero, que sabemos de antemano que no va a ser exacto. Pero que nos permite “simular” que podría pasar si…

Es necesario muchas veces contratar a un externo para que audite nuestros esfuerzos en este tema, para que nos brinde herramientas que no estamos tan acostumbrados a adquirir en las empresas agropecuarias. También si nuestro perfil es más autodidacta podemos incursionar en el maravilloso mundo de internet para capacitarnos al respecto. 

Siempre que hagamos un plan vamos a estar más cerca de definir destinos. Y de paso podemos ayudar a que nuestro entorno cercano también visualice nuestras metas. Esto necesariamente nos va a ayudar a ordenar esas ideas brillantes que solemos tener, pero para que los resultados sean brillantes también, hay que bajarlas a tierra, dimensionarlas, ponerles nombre y apellido, y lo más importante, ¡seguirlas de cerca!

A eso de seguirlas vamos a dedicarles unos renglones    

 La principal cuenta que tenemos que tener presente como empresarios ganaderos es la de la relación insumo/producto, es decir cuántos insumos agoté en ese ciclo para producir una determinada cantidad de bienes. Y acá es donde el cálculo se empieza a complicar, ya que, si no cerramos módulos de hacienda, al tener cantidad variable de cabezas quizás se entorpezca asignar los recursos a una cantidad fija de animales. 

Podemos hacer un cálculo general anual, pero lo interesante de cada caso es por temporada, por módulos, por orígenes y por categoría. Todos los costos son importantes, desde los más insignificantes hasta los más abultados como pueden ser los gastos directos de alimentación, por ejemplo. Luego un ejercicio muy recomendable es plantear en términos relativos los porcentajes de cada ítem, para saber dónde poner el foco y cómo impactan negociaciones y logística por ejemplo de los más importantes. Hay sorpresas generalmente sobre esto último. 

Debemos generar información y ordenarla, usar los remitos, facturas y demás elementos contables como complemento de la búsqueda de datos. Todo lo que entra se pesa, llegado el caso se estima. Pero tengo que tener la información de cuanto es y que vale. De todos los insumos. Si son de producción propia, debo saber los kilogramos y contemplar el costo o precio de mercado, con el criterio que defina usar y mantenerlo en el tiempo. De la misma manera, todo lo que sale se pesa y se valoriza, y también llegado el caso, se estima. 

Las entregas de comida las podemos obtener de diferentes maneras. De acuerdo a la balanza que usemos será la fuente de información. Cuanto más automático es el sistema menor la posibilidad de error humano. Pero desde los datos en línea hasta la libreta que anotamos kg y corral sirven. Debo diseñar el modo más amigable y sencillo de toma de información, para que naturalmente sea fluida, para que todos colaboremos en esa información generada en cada acción. 

Cuando empezamos a medir o a cuantificar solemos cometer el error de hacer diseños complejos, super completos, con información de todo tipo. Suele entorpecer y desgastar. Hay una dinámica paralela al mundo productivo que es la del flujo de información. Si esa dinámica es pesada, enredada y poco clara va a afectar los procesos y ganaremos más opositores que aliados dentro de nuestro equipo. Debemos desde el inicio generar la conciencia de los datos a relevar. Si el sistema ya sean tablets o monitores van censando todos los movimientos de carga y descarga, estemos atentos a los que hacemos por fuera, por ejemplo, rollos, sobrantes que descargamos en el campo, y alguna otra situación particular que pasa por fuera del circuito habitual de alimentos del ganado. Debemos también desde el inicio hacer una explicación del alcance de los relevamientos, para poder comprometer a quienes participan de las tareas involucradas, para no perder tiempo o sacar conclusiones erróneas.

Ahora bien, medir nos acerca a la eficiencia. Nos da un panorama de si estamos en el umbral de nuestro potencial o a qué distancia estamos del mismo. Y entonces podemos discutir tranqueras adentro cuales van a ser nuestras próximas batallas, si contra los desperdicios, si es el consumo, el estrés por condiciones climáticas como barro o calor, si es la calidad de la comida en el comedero, las rutinas de alimentación o una infinita cantidad de puntos a revisar. 

Cuanto más pequeña es la empresa, más rápida es la reacción, una vez descubierto el problema. No nos quedemos en un diagnóstico. Volvamos a medir y “retoquemos” las rutinas, las calidades, las cantidades, los protocolos hasta que entremos en el rango de aceptación de una explotación de nuestras características.

¿Cuál va a ser nuestro norte?

Fácil, los mejores números salen de productores cercanos que veamos cómo exitosos o de grupos Crea o incluso el Inta puede darnos para nuestras características respuesta de niveles de insumos por cantidad de bienes producidos/cabeza o por hectáreas de acuerdo en que sistema nos encontremos.

Volviendo. Hoy la tecnología está de nuestro lado. Hay numerosos sistemas de toma de información automática, que combinada con criterios acordes hace que las decisiones se tomen asertivamente en tiempo y forma.

Como complemento a los “números de la ración” esta una segunda línea no menos importante que es información de quienes consumen esa ración, ajustada en cabezas y en kg vivos. 

Nuestro objetivo es poder dilucidar por cada kg producido cuántos insumos agoté o asigné. Ahí surgen metodologías de cálculo que debemos definir cuidadosamente al inicio para no tener que modificar y lograr que año tras año sean comparables los resultados por tener el mismo método de cálculo. Si tomamos el cierre de ejercicio anual en kg de carne al inicio y al fin, restamos compras y sumamos ventas, tenemos en cuenta las mortandades y si los hubiera, nacimientos, llegaremos al dato de la producción en ese tiempo. Por otro lado volvemos con los insumos que gastamos o usamos, también podemos hacerlo por diferencia de inventario, pero comparando por lo que pasó por el mixer, tendremos los insumos correspondiente a esa producción.  La diferencia de lo que cargamos por balanza al mixer y lo que los cálculos arrojan como diferencia de inventario suelen ser en la mayoría de los casos mermas y desperdicios. 

Pesar toda la hacienda o un grupo como testigos, conteos detallados y demás, nos ocupan tiempo, pero es información imprescindible para medir nuestra eficiencia y poder tener un control más adecuado de nuestras acciones como empresa y como equipo. 

Los resultados debemos compartirlos con los involucrados, para ajustar, potenciar y eficientizar esfuerzos. Y podemos entender en qué parte del proceso tenemos potencial de mejora y en cual ya tenemos ajustado a los objetivos. 

Flujo permanente de información, análisis detallado de esa información y aspectos a mejorar en el próximo ciclo podría ser una secuencia que nos acerque a la eficiencia ganadera.

Autor: Lic. Luciano Burcaizea ✅

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