Armonía en todos los rubros, ¿utopía o meta alcanzable?

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Ya hemos hablado de la gran variedad de sistemas ganaderos que conviven en nuestro país, desde modelos intensivos con alta sofisticación a recargas semanales de silos de autoconsumo con maíz y concentrados proteicos. Por lo cual no existen recomendaciones que apliquen a todos los sistemas o modelos productivos ganaderos, pero si existen problemáticas que atraviesan a la mayoría. 

En las diferentes empresas hay formas muy dispares de organización interna, organigramas que han sobrevivido en el tiempo con administraciones en ciudades muy distantes, hasta el chacarero que se encarga de varios temas al mismo tiempo.

Hechas estas salvedades quiero de alguna manera poner en discusión el tiempo que le dedicamos a la organización, a la presupuestación de tiempos de cada tarea, a la medición de resultados de las gestiones y algunos temas periféricos que se encuentran claramente ligados a los expuestos anteriormente.

Nos cuesta ordenar las agendas, nos cuesta presupuestar tiempos de gerencia, o de responsables de áreas. Incluso si son empresas familiares no concretamos reuniones efectivas. Sacando las grandes administraciones de este sencillo análisis, a veces debemos cubrir más de un rol. Y tenemos una tendencia natural por dejarnos llevar por los procesos biológicos, que en muchas ocasiones revierten urgencia, pero en otras no. Pero si pudiéramos segmentar esos rubros dentro de la empresa, y asignarles metas, procedimientos, estrategias y demás, seguramente podríamos ser más eficientes con nuestros tiempos y con los recursos asignados. 

¿De qué estamos hablando en concreto?

De tener planificados los cultivos, los verdeos de invierno y verano, los grados de fertilización, las estrategias de control de malezas, las inversiones de estructuras, de maquinarias, de pagos de deudas, de crecimiento y de tantas otras cosas que no solemos compartirlo bajo ningún método escrito o virtual con nadie, por lo cual no queda debidamente definido, ni discutido. 

Hay que aclarar que no hace falta “encerrarse” en ningún plan, todo puede ir modificándose, ya que es necesario estar muy atento a los cambios con que nos tiene acostumbrado nuestro querido país. Pero justamente tener planes o incluso programas específicos puede hacer que tengamos más de un escenario contemplado. 

Es sumamente sano buscar ayuda para esto. Buscar en tantas disciplinas académicas que hoy existen la opción que más nos ayude a avanzar en este proceso de abstraernos de lo tan cotidiano y productivo y empezar a chequear lo que solemos ir dejando relegado y termina en manos de otros, como precios, estados de cuentas, supervisión o acompañamiento de nuestros colaboradores. 

No hay forma de tercerizar algunas cuestiones y por el contrario otras son fácilmente contratables, a cambio de un trozo de nuestra renta. Tener esa visión a priori, de cuando es necesario delegar, para poder mantener la vista en el largo y mediano plazo nos puede hacer mantenernos por sobre otras empresas del sector o por sobre nuestra versión mediocre hasta ese momento. 

Hay numerosos casos de productores que no analizan con métodos adecuados sus ciclos productivos, o incluso no analizan siquiera. Usan como termómetro alguna variable como disponibilidades de capital circulante, como una de las pocas mediciones. Sin saber el real potencial de su empresa, o si incluso ya está alcanzado o cuanto es el rango que aún pudiera tener si solo le dedicaran más foco a las cuestiones administrativas o incluso organizativas.

Tenemos, en el sector, pánico de recargarnos de estructuras, que nos resulten un lastre, pero por problemas de agenda perdemos oportunidades, métodos de medición, análisis y por sobre todo conclusiones que nos pudieran acercar a ser más eficientes.    

Ponemos (como descendientes de latinos que podemos ser) una enorme pasión en discusiones casi estériles, cuando las mediciones nos van a decir con un mayor grado de certeza que opción, en mi sistema puede acercarme a producir más con igual o menor cantidad de recursos. 

Hay que medir. Dejar testigos. Evaluar, volver a medir, dejándonos acompañar por los técnicos idóneos. 

Y trabajar por mantener en armonía la mayor cantidad de variables posible, con escenarios económicos y climáticos tan inestables.   

Ya no podemos cómo sector dejarnos llevar por recetas de nuestros antepasados, los ciclos son cortos, las lecturas de la información deben ser en otros tiempos. ¡No podemos darnos el lujo de dejarnos llevar por recomendaciones de comerciales que solo nos quieren vender!

Debemos gestionar nuestra empresa en todos los rubros sin preferencias, aunque tengamos mayor afinidad con alguno, todos deben tener el mismo grado de sofisticación, propia o contratada.   

Eso exige hoy nuestro sector, miremos a las empresas de mayor tamaño no solo por la escala, sino por los procesos. No nos olvidemos el viejo refrán que reza “el ojo del amo engorda el ganado” y el amo, en el sentido que uno quiera darle, no puede estar sobre todo. Es decir, para simplificarlo, estructuras más chicas deben tener solo la falta de escala para diluir costos fijos, todo el resto debe ser eficiencia. Menos personas para alinear, equipos más ágiles, más dinámicos y con mucha menor burocracia debería funcionar mucho mejor de lo que solemos ver generalmente en empresas ganaderas que no han logrado la conciencia de lo que son y siguen en procesos anticuados y sin mayores parámetros calculados y discutidos. 

La ganadería no debe ser solo pasional, debe ser además competitiva, debemos refundarla. Tranqueras adentro y también porque no, tranqueras afuera, articulando con lo público, con la industria y demás dentro de la cadena. 

Autor: Lic. Luciano Burcaizea ✅

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