¿Podemos modelizar nuestro sistema ganadero o ganadero mixto? ¿Podemos tener un “presupuesto forrajero” que nos marque baches y sobrantes por estacionalidad?
Es probable qué, si lo hacemos, podamos ajustar carga para evitar gastar en reservas inútilmente que podríamos haber cosechado “a diente” o lo que suele ser más grave, es salir a cubrir ese bache comprando forraje u otro tipo de alimentos, cuando quienes hacen el mismo producto que mi empresa, atraviesan el mismo problema.
Planificar es un ejercicio espectacular, nos ordena y nos pone en situación de una manera diferente, incluso veo a menudo productores que a veces no terminan de tomar noción del costo-beneficio de esta herramienta de gestión. La inflación que atravesamos nos corre el marco de lo relativo y lo absoluto, los números son enormes y no sabemos si al vender nuestro producido serán así de grandes, al menos debemos dejar nuestro sistema lo más ajustado que podamos para no tener sorpresas.
Un viejo refrán popular reza “cada casa es un mundo” y de la misma manera cada campo o empresa agropecuaria lo es también, en ganadería manejamos una enorme cantidad de variables en forma diferente entre empresas, aún en la misma región, por lo cual, a mi ver, con más razón aplica dicho refrán.
Es, a mi ver, poco aconsejable extrapolar “números” entre empresas para este tipo de ejercicios. Debemos generar nuestra propia información, primero información dura, productiva, técnica si se quiere, de nuestras intervenciones, fechas de aplicaciones, de siembras, de cosecha o de circuitos de pastoreos, dosis y densidades. Luego de resultados, ganancias diarias, rindes, producción de Materia Seca, eficiencia de stock, etc. A partir de acá inician nuestros cálculos más confiables, sobre nuestros propios registros.
Ahora bien, tomarnos el tiempo para generar información no es cuestión del empresario, es un trabajo en equipo, para lo cual no tenemos demasiada cultura al respecto. Debemos formar, adiestrar y concientizar a nuestro equipo, colaboradores dentro de la empresa y contratistas. Un remito de entrega o devolución tiene más importancia que lo que en general le damos. Cuestiones tan llanas como raciones entregadas de un recurso forrajero suelen dejarse fuera de los registros, por resultar demasiado sencillas. Error. Es la piedra fundamental de nuestro cálculo a futuro.
Un software de gestión nos ayuda a ordenarnos, pero también podemos hacerlo en papel, es una decisión política dentro de la empresa cuanto tiempo y recursos le asignamos a este tipo de actividades administrativas y empresariales.
Los números mandan. Si tenemos certezas en nuestros cálculos de costos, las decisiones se hacen más fáciles de tomar, pero también podemos contradecir esos números en el sentido que no todo es dinero. Es cierto que en general buscamos que una empresa sea económicamente viable, pero hay cuestiones más generales, qué por potenciar el resto de la empresa, o por la razón que fuera podemos asumir menores márgenes, pero a conciencia, es decir podemos asumir una situación sabiendo donde está el piso.
Volviendo al tema que nos ocupa, planificar el plan de siembra, determinar la cantidad de forraje es fundamental, ya que los valores de fuentes de fibra actuales, igual o mayor que el kilogramo de maíz me deja en una situación de desconcierto total. Entonces, los años malos vienen, y debemos tratar de tener un pulmón, al menos de una parte de ese bache que se puede generar, y de ahí surgen un montón de combinaciones posibles, de pastoreo directo, rollos, silajes, cultivos diferidos, etc.
Cuando presupuestamos un calculo de producción con tanta dependencia del clima, podemos tener una diferencia con lo que ocurrirá luego, pero como nos dice el movimiento CREA, peor es no tener esa estimación. Por eso cuanta más información genere al respecto, mas cerca de una estimación confiable vamos a estar, pero puedo jugar a realizar 3 escenarios, de medio, de bajo y de alto potencial, y a medida que va avanzando el ciclo productivo veré sobre cual estoy.
Dependerá de la actividad ganadera, de la zona productiva que nos encontremos, del año climático y a veces también de los mercados.
La experiencia de los últimos años me dicta que el que tenía la fibra, tenía “el quiero” si burdamente me permiten ponerlo en términos de nuestro popular juego de Truco.
Ya que el silaje le aporta una sinergia al resto de los alimentos de la nutrición del bovino, le da cierta estabilidad y nos va marcando cuantos “comensales” podemos sentar en nuestras mesas.
De ahí en más una vez planteado nuestro modelo nos podemos dedicar a ajustar variables, a qué categorías le damos cada recurso, por ejemplo.
También podemos por medio de cultivos de invierno -para silaje, para consumo directo o grano- terminar de corregir o reasignar cultivos o hectáreas, de acuerdo a como se vaya dando el año.
En caso de necesitar comprar fibra, que es lo mas escaso en épocas de sequía, por ejemplo, anticiparnos es clave, ya que, en picos de demanda, como mencioné antes, los precios son prácticamente prohibitivos. En esos casos, la energía puede provenir básicamente de granos de maíz, de cebada o si geográficamente estamos cerca de los lugares de procesamiento, de burlanda húmeda o seca, o quizás de algún subproducto especifico de la zona.
Pero para usar rollos o megafardos, con o sin cutter, no todos están preparados en cuanto a la logística, otro punto a evaluar.
Quizás adecuar mi parque de maquinaria o flexibilizarlo con alguna herramienta puntual es, en muchos casos menos oneroso que ir a buscar solo una única opción.
Es importantísimo saber qué parámetros vamos a ir siguiendo mes a mes, qué variables de ajuste vamos a ir utilizando, y qué debemos ir asumiendo o hasta con qué variables podemos especular para mejorar nuestros márgenes.
Los verdeos o pasturas suelen diferenciarse básicamente por su duración, sus costos y momentos de picos de producción. No podemos dejar afuera los comportamientos de ambos ante cuestiones climáticas extremas como la presente campaña.
Esa planificación implica el grado de tecnología de esos cultivos, la logística de como los vamos a consumir, qué hacer con excedentes, por ejemplo, dejar una parte de maíz sin moler para poder venderlo, etc.
Planificar si es silaje en silobolsas versus puente, rollos con cutter o sil él, maíz de alto potencial en suelos que compiten con la agricultura o planteos defensivos como sorgos o maíces sin tanta tecnología y de menor precio.
Ahora bien, si nos pusimos metas y objetivos y eso nos moviliza a tener cómo medirnos, permanentemente, podemos entrar en un espiral de mejora continua que tiene que ver con lo agronómico, con lo productivo, con los procesos y con el crecimiento de nuestro equipo humano. Épocas difíciles requieren de equipos formados con convicción de manejar datos para poder obtener información confiable y repetible en próximos ciclos.
La idea es poder modelizar y de a poco ir blindando nuestro modelo ante cuestiones adversas recurrentes, para evitar sobresaltos y “parches” que nos dejan en situación desfavorable, desde lo productivo, lo económico o lo financiero.
Aún en empresas agropecuarias, medianas y chicas, queda margen de acción para lograr que seamos más empresarios y menos productores netos, corriendo atrás de causas que se van desvirtuando, o van mutando en nuevos parámetros más integrales que nos den mejor información para la toma de decisiones que suelen ser una pesada carga para quién las toma.
Autor: Lic. Luciano Burcaizea