Existen diferentes formas de liderar un equipo. Cabe primero aclarar decimos que un equipo es un grupo de personas que básicamente reconocen las habilidades, virtudes y el rol que juegan dentro de la organización, teniéndolo claro cada uno de los miembros
Saber cuál es el rol del otro, permite que pueda colaborar en forma más eficiente y clara con la labor de sus compañeros y el resto con la de él, entonces primero que nada tenemos que tomar una responsabilidad enorme que es la de ser visible para el resto y no todos estamos preparados para eso, entonces liderar, a diferencia de lo que era cuando nosotros nos formamos -los que somos mayores- que quién lideraba tenía que saber más que quién ejercía la actividad propia de su trabajo.
Esto puede ir cambiando de acuerdo a nuestro incentivo, a una nueva manera de sumar talentos -diferentes del talento natural o la preparación que pueda tener quien esté a cargo- o lidera ese equipo de trabajo.
Por lo cual no necesariamente tenemos que formarnos en tareas duras específicas, no podemos saber y ser más eficiente que cualquiera de nuestros subordinados o colaboradores por el contrario podemos valernos de talentos diferentes y así abarcar una gama mucho más amplia o un abanico de capacidades totalmente ajenos a los originales en el líder.
La responsabilidad del líder es acompañar, dar las herramientas, colaborar, no presionar solamente para sacar lo mejor de cada persona, sí desde la comunión con la armonía, con el trabajo digno, libre que sea, en su expresión más pura, algo que nos motive, nos incentive y que nos ayude a transcurrir la jornada diaria con buen clima laboral, pero sin corrernos de la responsabilidad, de la eficiencia y algunas otras cuestiones que tienen que ver con un buen funcionamiento de la empresa.
Es común que uno se alineé dentro de un grupo de trabajo con personas que tengan características similares a las propias, de esta manera nos sentimos identificados, y de alguna manera cómodos, pero está demostrado que equipos más eficientes son los que contraponen perfiles diferentes y aun así logran convivir y poder llevar adelante sus tareas, desde que conocemos las diferencias de perfiles, en este caso, o de carácter, o de cualquier otra diferencia que podamos tener, pero lo hagamos con respeto y desde el conocimiento previo a esas diferencias, podemos complementar y atender distintas cuestiones, que de otra manera hubieran sido imposible por lo cual es responsabilidad también de quién “arma” ese equipo, de contemplar estas diferencias.
Si todos somos similares haremos específicamente muy bien un solo tipo de tarea o asignación de actividades, de manera contraria podemos abarcar un abanico de situaciones saliendo airosos en la mayoría de los casos.
Podemos pensar así, que uno de los desafíos de un líder es lograr mantener un orden, un equilibrio, esta armonía que hablaba anteriormente entre personas, que sumen desde diferentes lugares, que todos puedan expresar sus capacidades en tiempo y forma, que se sientan cómodos y motivados, que logre hacer que puedan interactuar en manera plena todos los integrantes de ese equipo, que incluso van a sumar claramente capacidades diferentes a la del líder.
El líder tiene que ser alguien que acompaña y facilita, que escucha las demandas y les da curso, que contiene y promueve la empatía.
Podemos de alguna manera hacer referencia a las características que tendría que tener un líder con éxito, ser una persona genuina, que tenga un mensaje claro y concreto con lo cual generaría confianza entre sus colaboradores, comprensiva, paciente, que de alguna manera sepa de distintas áreas lo suficiente como para que la gente que tiene a su alrededor pueda llegar al conocimiento a traer a través de la propia formación. Que logre que cada uno en su equipo pueda buscar de alguna manera mejorar su base de conocimientos y así poder hacer crecer todo el equipo.
Quien tenga claro que solamente haciendo crecer a su equipo es la manera más rápida y directa de que crezca todo el organigrama en su conjunto, está liberado a abrirse a nuevas posibilidades para cada uno de sus miembros, es decir, si yo continuamente estoy promocionando a las personas que responden a mí claramente en vez de estancarme voy a lograr el crecimiento también.
Fuimos formados en una estructura más rígida, que solamente permitía administrar el poder sobre el conocimiento específico de cada cosa en lo agropecuario, con particularidades como conocimiento del manejo ganadero, conocimiento de los quehaceres a caballo, de los primeros tractores, las primeras tareas ganaderas mecanizadas, hasta llegar a tareas específicas como la del “mixero”.
Dar de comer a la hacienda, permanentemente, en rutinas cada vez más específicas, cada vez más puntuales, con mayor cantidad de tecnología, donde podemos ir viendo que la evolución ha sido totalmente diferente entre empresas, todavía quedan muchos casos de personas que están al frente con una formación, que exigía formas muy diferentes a lo que necesitan las empresas modernas, este panorama es muy amplio entre sí, difiere en estilos, donde todavía “jefes” que tienen el rigor y estructuras cerradas como elementos de mayor prioridad en su manejo, condicionan y limitan no solo el crecimiento de sus equipos, sino también el propio y el de la empresa.
Las empresas agropecuarias se encuentran en el dilema de cómo ir modificando estas estructuras. Se podrían hacer por medio de capacitaciones, si del otro lado hubiera una clara vocación de cambiar esto. Podemos abrir puertas, pero no podemos obligar a nadie a atravesarlas
Entonces volviendo a las actividades ganaderas, a los distintos tipos de emprendimientos, o establecimientos, como queramos llamarlos, encontramos formas claramente contrapuestas en el manejo o gestión de los recursos humanos.
La figura de jefe, suele ser, con un carácter indiscutible, que es muy difícil contradecir con sugerencias, sobre lo que él ordena.
En otro extremo, existen armadores de equipos, que tienen mayor soltura a escuchar sugerencias armar tareas, a trabajar en conjunto, reconociendo que quizás quien va a hacer la tarea, tenga un conocimiento diferente al que él hubiera tenido en otra época.
El escalafón que antiguamente iba atravesando un empleado desde la tarea más básica hasta la tarea más compleja hoy se ve alterado, porque personas con otro tipo de formación acceden rápidamente a puestos de mayor jerarquía, y esto para quién no recibió alguna formación académica o similar, genera un conflicto, una angustia, porque se puede sentir desvalorizado por algún sector o alguna parte de esa cadena de mando o de ese organigrama, para ponerlo en términos más modernos y no permite disfrutar de ese trabajo tan digno y tan importante que es para la vida de un ser humano. Debemos estar atentos y no jugar con las saltos en el organigrama, ni con las aspiraciones de los colaboradores.
Suele omitirse desde ese lugar de menor jerarquía, la responsabilidad, las obligaciones y las preocupaciones que generan el puesto siguiente inmediato para arriba o quizás que abarque mayor responsabilidad no solo de su propia tarea sino recordemos que las tareas se delegan, pero las responsabilidades no, las responsabilidades se comparten a lo largo del organigrama.
La forma de ese organigrama de alguna manera va a tener que ver con el armado y con los resultados que tengamos en la empresa.
Es indispensable dedicar un tiempo suficiente a ese armado, como también es indispensable dedicarle el tiempo suficiente a contener ese equipo continuamente, estar humanizando las tareas, humanizando los procesos, quizás si dedicamos tiempo útil físico, que puede en principio verse mal aprovechado, pero a lo largo tiene innumerables ventajas, para poder crear lazos fuertes y cercanos con cada uno de nuestros colaboradores.
